domingo, 11 de enero de 2009

El síndrome Ginsberg (a la inversa)


Probablemente será cosa mía y me ocurra como a esas embarazadas que ven preñadas por todas partes o los escayolados, que no paran de encontrar tullidos por donde pasan. Pero tengo la sensación que de un tiempo a esta parte, los músicos españoles y algunos periodistas musicales hablan más de las letras de las canciones que de la música. Así me gusta, despotriquen… ¿ya?
Bien, dirá alguno que precisamente yo no soy la más indicada para “quejarme” de esto. Hombre, yo, que publiqué hace unos meses una antología de letristas de rock español. Pero no, por eso mismo creo que soy indicada (no la más pero algo indicada) porque, salvando las distancias, me siento un poco como Einstein con la bomba atómica o Hofmann con su “hijo problemático” el LSD. Como la gente lo que hace con las antologías es echar un vistazo a los nombres que aparecen a ver si NO está su letrista favorito y no lee el prólogo en el que se explica (a lo mejor) porqué no aparece tal o cual o de qué va esa antología, alguno puede pensar que en ese libro yo decía que lo importante en una canción es la letra. Pero no, yo no sois de esas. Yo soy de las que cree que una canción es buena si la música lo es, aunque la letra sea regular. En cambio, una canción con una mala música y una buena letra es una mala canción (eso sí, con una letra buena). Por eso me hace gracia que, especialmente en la música independiente, se eleve a las alturas a músicos con canciones pésimas que hacen letras con cierta gracia y que ellos mismos muchas veces, en las entrevistas hablen de sus letras… en vez de las melodías, del ritmo y esas cosas que se supone que crean los músicos de rock y de pop, los cantautores son otra cosa. Aún a riesgo de repetirme, citaré a uno de los que, en mi opinión, es un gran letrista del rock (junto a su mujer, Katheleen Bernan), Tom Waits. Su teoría de que una canción es buena cuando puede silbarse me parece perfecta. Si además va y el músico sabe encajar un texto magnífico, con enjundia, que emocione, te descubra algo nuevo, esté construido con maestría y respete ritmos, métrica, acentos, pues vale, ya es la perfección, pero no nos salgamos de los márgenes, lo importante en la música es la música, no la letra. Aunque una vez superada la prueba del oído, podemos pasar a analizar lo que tiene que ver con la vista.


En el fondo parece que todo se debe a lo de siempre. Uno quiere lo que no tiene. Según cuenta Sam Shepard en “Rolling Thunder” (Anagrama), Allen Ginsberg quería el éxito de Dylan y no soportaba que la gente pasara de él cuando, durante la gira, salía a talonearle. Y aquí se está dando un caso inverso con dos vertientes. Por una parte, algunos músicos de éxito que quieren el reconocimiento de la alta cultura y que les reconozcan como escritores (especialmente en el mundo del cantautor digamos cercano al pop) y el de algunos indies que en el fondo iban para escritores o así pero descubrieron que haciendo un grupo la vida era más divertida. Nada en contra, pero que conste, yo sigo los preceptos de Waits, ninguna buena letra puede convertir una mala canción en buena.

Este artículo se publicó en la revista Ruta 66 de diciembre.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

querida silvia! qué alegría que hayas vuelto a escribir en el blgo! pero manda correo masivo a tus contactos o nadie lo sabrá (salvo los muy fans, como yo, que he entrado aquí cada dos por tres después de tantos meses para ver si lo habías recuperado)

Raúl Ciriza dijo...

Cada uno a lo suyo: la música a la música, las letras a las letras... y si se puede todo junto y en altura, mejor.

Y al hilo, una pregunta: ¿Estás de acuerdo con aquellos que piensan que es más alta cultura la de las letras que la de la música? Ya sé, ya, que la respuesta es muy complicada, pero... ¿para qué se arma un blog si no es para meterse en apuros?

Encantado de contactar contigo, Silvia. Seguiré atento a las nuevas entradas.

mario dijo...

Crecí escuchando música inglesa que no entendía. después de aprender algo de idiomas y descubrir lo que decían algunas de mis canciones favoritas me llevé grandes decepciones (también alegrías). Pero no por ello dejaron de ser enormes temazos.

Silvia Grijalba dijo...

Gracias Curro, así da gusto reanudar la actividad.
Zeberio, claro, hay que complicarse un poco la vida. La respuesta a tu pregunta es no. Llevo defendiendo, siempre que puedo, durante años que la cultura pop, es decir el rock, la contracultura etc es lo que algunos denominan Alta Cultura. Yo creo que hay arte bueno y malo y ya está, y hay poemas y letras de canciones pésimos que no son cultura y canciones de rock sublimes mucho mejores que algunas sinfonías, por ejemplo. El lo mismo que pasa con las letras de canciones y la poesía y ese es un error en el que muchas veces caen los propios letristas. La tesis del libro que cito en el blog es que las letras de canción son una cosa y la poesía otra, igual de importantes ambas pero que los letristas no deberían tener ese complejo de inferioridad y andar diciendo que lo hacen es un poema. La letra de canción, en mi opinión, es un género literario en sí mismo, con sus normas, sus leyes internas, tan alta cultura como la poesía de Cavafis.
Y Mario, totalmente de acuerdo, a mí me pasó igual.

Christine dijo...

Pues yo soy letrista y me consta que da igual...


Como dice Silvya la música es lo que importa, y si ademas hay una letra genial o graciosa o lo que sea perfectamente encajada pues mejor, y prescindiendo de la letra tenemos la melodia a la que seguro se referia Waits, la melodía es lo que se silva aunque tampoco lucirá muy bien con una armonia y7o arreglos malos o vulgares.

Me encanta este blogg!

saludos

raqlette

Magnus Valor dijo...

Huy, Silvia, hay algo de lo que no estoy deacuerdo referido a lo que dices. Yo creo que el mundo del rock debe estar muy por encima de conceptos como Alta Cultura, etc.

Precisamente es un mundo que ha aspirado al "otro mundo es posible", por tanto creo que conforma una cultura que ya le es propia al margen del establishment, al que pertenecen conceptos como Alta/Baja cultura; ¡¡sería absurdo y contradictorio!! Incluso decepcionante.

¡¡Dejemos que el rock se auto-juzgue según sus propios parámetros!!

Más claro, agua dijo...

Yo lo llamo el "síndrome Dylan": tanto tiempo rumoreándose que le iban a dar el Nobel de Literatura que la gente se ha puesto a intentar imitarle (ya ves tú) y a descuidar las melodías.

La experiencia de Mario también la firmo yo ;-)

Silvia Grijalba dijo...

Totalmente de acuerdo con Magnus Valor y con Más claro, agua. Magnus, tienes toda la razón, lo único, que hablar para el mundo exterior, a veces a mí me parece que es necesario usar términos que la gente entiende pero no son exactos, pero magna apreciación.