sábado, 6 de junio de 2009

Un rigor mortis muy favorecedor


Relato de la serie "Sexo en Madrid" de El Mundo. Publicado en 2006 (nada que ver con Crepúsculo). Reformado.


El día que en el 666 apareció Paul, aquello fue una revolución. Todas las princesas góticas de la discoteca empezaron a poner poses lánguidas para atraer la atención de esa especie de Lux Interior escuálido, pálido, ojeroso, con unas esposas colgando el cinturón, botas de montar, y una fusta. Esa misma noche, Paul se acercó a ella y empezaron a hablar. El detalle de que se hubiera puesto unas pequeñas fundas en los colmillos para darles una apariencia de vampiro, a Sonia acabó de derretirla.
Estuvieron charlando hasta que el dj puso “The Song of the Siren”, el tema con el que el local anunciaba el cierre cada fin de semana … Hablaron de mil cosas, pero lo que a Sonia mas le impacto fue Paul le recitara pasajes de "La Filosofía en el tocador", un libro, que según dijo, se sabía de memoria.
A Sonia le gustaban los chicos cultos y Sade le interesaba, pero ese pequeño detalle le hizo intuir que la cuestión sado-maso que para ella era meramente estética y teórica, en el caso de Paul era más práctica. Pasaban los días y ella intentaba evitar el momento del contacto sexual. No estaba segura querer acostarse con alguien que se supiera letra por letra "La Filosofía en el tocador". Después de varios días de sopesar los pros y los contras, Sonia pensó que Paul merecía la pena. Así que fue a esa primera cita en su casa con una sensación a medio camino entre la de la visita al dentista y la Mañana de Reyes. Aterradamente ilusionada. A medida que los primeros escarceos evolucionaban, Sonia estaba más tensa, esperando el momento en el que Paul le propusiera algo raro… pero todo era normal y corriente. Muy placentero, Paul sabía lo que se traía entre manos, pero no hubo grandes sorpresas. Sonia estaba feliz. Al día volvió a quedar y al siguiente, también.
En la cuarta cita, Paul le pidió que fuera un poco antes, que le iba a preparar la cena. Sonia pensó que aquello empezaba a ser ya una relación en toda regla. Pudo comprobar, de nuevo, que Paul tenía un gusto exquisito. El mantel negro, platos negros, cubierto con la empuñadura rematada en calaveras plateadas… y sólo un par de notas de color: rosas rojas y la sopa de tomate, que ya estaba servida. Sonia tomó la primera cucharada y la escupió. Aquello sabía a ¡sangre! Paul corrió a su lado y la ayudó a limpiarse. Le pidió disculpas, le dijo que se había confundido, que pensaba que Sonia era “de los suyos”, pero que entendía que ella no compartiera esos gustos y lo respetaba. Sonia, después del susto, reflexionó un segundo antes de salir corriendo. Miró a Paul, que la observaba entre excitado y asustado, cogió el cuenco y empezó a beber, dejando caer parte del líquido por las comisuras de los labios. Tampoco era tan grave… El Ansia era su película favorta y además, como buena burgalesa, adoraba la morcilla.

2 comentarios:

C. I. dijo...

No me queda claro si la de la izquierda es Catherine Deneuve o Martirio... Un beso.

jazzruido dijo...

Si, es Bella de día.