domingo, 29 de noviembre de 2009

Soseki y el regalo de la experiencia adolescente


Muy pocas veces en la vida me entran ganas de volver a tener 13 años. Como ya comenté en un post anterior, la tan mitificada adolescencia me parece la peor etapa vital. Pero hay que reconocer que una de las pocas ventajas de la pubertad está en que es más fácil caer rendido ante algo y dejarse atrapar por el entusiasmo, la pasión de un conocimiento nuevo.
Cuando, después de una noche en vela, la que pasé leyendo Soseki Inmortal y Tigre, el nuevo libro de Dragó, di la vuelta a la última página y cerré los ojos haciendo como que iba a dormir, pensé en la rabia que me daba no haber leído ese libro 25 años antes, cuando todo lo que se contaba hubiera constituido un mapa de indicaciones para seguir investigando, una especie de sortilegio que abriera las puertas de la percepción y el conocimiento. Pero no, me equivocaba. La vigilia no me dejaba pensar con claridad. Lo que había sentido descubriendo Soseki Inmortal y Tigre era idéntico, aunque ahora estuviera más cerca de la menopausia que de la menarquia, que lo que había experimentado la primera vez que leí “Siddhartha”, “La Isla” de Huxley, “La Isla del Tesoro”, “Alicia en el País de las Maravillas” o algunas partes de “Gárgoris y Habidis” (al que entonces no conseguí hincar el diente completamente). Era evidente ¿qué hacía despierta a las 5 de la mañana, leyendo sin parar? ¿por qué tenía esa excitación del descubrimiento, de la primera vez? El libro me había seducido y me había regalado esa experiencia adolescente, ahorrándome los cambios de humor, el acné y las inseguridades.
Dentro de unos días, se podrá ver en Las Noches Blancas mi breve comentario sobre él. Supongo que habrá quedado torpe, así que aunque me repita, me gustaría ahondar en lo que digo allí. Comentaba que de él se pueden extraer dos enseñanzas fundamentales que, en mi opinión, definen a un Dragó que no todo el mundo conoce y que aquí se muestra sin pudor. Se trata de su capacidad para cuestionarlo todo, para no dar nada por hecho y no dejarse amedrentar por la autoridad y esa facilidad suya para sacar algo bueno (esta novela) de lo terrible (la muerte de Soseki). Lo primero es una constante en el libro. El abuelo le enseña a su nieta muchísimas cosas, le habla de filosofía, de historia, de leyendas… pero la enseñanza fundamental es la de desaprender lo aprendido, forjar un camino del saber propio. Lo segundo, esa capacidad para darle la vuelta a la vida, algo que todos sabemos en teoría pero que muy pocos tienen la determinación de hacer, es otro de esos rasgos que hacen que quiera y admire a Dragó.
Llegados a este punto, dejemos las cosas claras. Es evidente que Fernando Sánchez Dragó tiene miles de seguidores que le idolatran y también cientos de detractores que no le pueden soportar. Y, de hecho, es bastante frecuente que tenga que explicar porqué me gusta tanto y porqué le tengo tantísimo cariño. Comento esto porque sí, efectivamente, escribo este texto desde el corazón. Yo conocí a Soseki, viví el dolor de Dragó y Naoko por su muerte. Descubrí junto a ellos, José Girl, Bunbury y Javier Colis las huellas en la mesa del centro de Eleusis y de ahí salió un cuento que tengo el honor que él haya decidido que aparezca en el libro. Viví esa herida profunda casi de primera mano y yo misma sufrí por Soseki y por ellos dos.
El libro lo leí antes de volver a ese centro iniciático que Dragó planea abrir y que aún está en pañales, pero que ha empezado a dar sus primeros frutos. En mi caso, debo decir que llegué de una manera la noche anterior a la presentación del libro en la Iglesia del pueblo y 48 horas después salí de allí transformada, con la sensación de que habría un antes y un después en mi vida. Ignoro si será así, pero el simple hecho de sentir eso, ya es suficiente.
Durante esas horas hubo muchos momentos mágicos, pero el que quizá ayuda a entender mejor de qué estamos hablando es el del bautizo de Sensei, el hermano de Soseki. Fue una ceremonia corta e íntima. Los seis que asistimos al acto nos emocionamos. Todos teníamos en común el amor por Dragó y Naoko, por Soseki y, a partir de entonces, por Sensei. Eso ya es un rasgo definitorio, pero también lo es tener la sensibilidad y la capacidad para el juego de hacer de esa liturgia algo completamente serio; sólo los niños y algunos adultos como nosotros seis son capaces de “jugar” con esa solemnidad. Dragó improvisó unas palabras, que repitió porque no le convencían, Alicia Mariño (autora del haiku que sirve de epitafio en la tumba de Soseki y madrina de Sensei) ejercía su papel con absoluta ceremonia como la Alicia de Lewis Carroll que es. Naoko, la sabia y dulce Naoko, miraba la escena con ternura; Elena Figueroa sostenía la pila bautismal llena de champán y después pensé que hubiera sido perfecto que cantara algo a capella, como sólo ella sabe hacer; el Bárbaro Ramón Blecua, uno de los nuevos colonos de Castilfrío, había hecho un alto en sus periplos de nómada para asistir a la ceremonia y daba un aire de solemnidad al acto, ataviado con su capa negra; y yo, allí estaba, acordándome de ese día en el que allí mismo, en ese jardín presidido por un Buda, Soseki dejó sus botas de siete leguas para convertirse en un tigre de luz.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

En gran mayoría de casos llegamos a tener guias maestros en la real significación de la palabra que surgen en diferentes formas , a Dragó en un gato , era de esperar, es lo más cercano y atrayante a un escritor creo tambien que por influencia de Jodorowsky , pero claro ello es subjetivo, un libro escrito para niños pero tambien para los que ya hemos olvidado de serlo,umm no dejo de relacionarlo hasta cierto punto con el Principito salvando las diferencias.

Anónimo dijo...

Conmovedor el libro del maestro Sánchez Dragó, por más que los antitaurinos le señalen la paradoja de inclinarse por la "tortuosa" fiesta brava. Incluso lo retan: " A ver si Dragó se atreve pinchando a sus gatos con largas agujas, mientras fuma habanos y se bebe un Rioja". Insensatos.

Anónimo dijo...

Lo que más me gusta de Dragó es que tenga tantos detractores. En estos momentos de pensamiento único y políticamente correcto se necesita a gente como el más que nunca. Tomo nota, Silvia, leeré el libro.
L.P.
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Anónimo dijo...

Independientemente de las simpatías o antipatías por Dragó tu texto es magnífico Sil, está lleno de sentimiento...
E.M
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Anónimo dijo...

Qué chulo el texto, si el de Dragó es capaz de impresionar así...y qué cierto la tan mitificada adolescencia de mierda. Pero Silvia, aquí lejos volví a sentir un chute de pasion nuevamente por todo, es que me jode decírlo pero en España se vive muy bien, muy bien..y se piensan demasiadas pijadas y se nos muere lo mejor de la adolescencia...
Pero tu texto es chulísimo, espero atreverme con el de Dragó
I.P
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Miguel B. Núñez dijo...

Que un libro nos atrape es algo especial. Y si, sea a la edad que sea, seguimos disfrutando así... ya sea con un libro, o con una persona, o con ambos... ¡eso es que nuestra curiosidad está en buena forma!

besón, Silvia!!!

rober dijo...

si en la pubertad o junventud que en mi caso se alargo en el tiempo,
eres muy impresionable y capaz de emocionarte facilmente antes de volverte un cinico total, pero tambiem tienes la capacidad de cometer estupideces ilimitadamente que vas a pagar durante buena parte de tu vida, en fin que cambiaria muchas cosas, pero no la capacidad de sorprenderte, con los libros del star por ejemplo, que algunos eran muy buenos pero , otros eran verdaderos plastazos pero incluso con esos te lo pasabas bien.

Juan José Lajara Córcoles dijo...

Tengo ganas de leermelo, lo ví anunciarlo en CUarto Milenio, hablando de los gatos y en su programa, las noches blancas, que intento verlo siempre, pero no he podido leerlo, empezaré x comprarlo. Las cosas pasan, kizá para seguir sintiendonos jóvenes, no desfallezcas, el mundo necesita gente como tú. Un saludo, yo estoy ahora en esa fase descubridora, aún m kedan cosas x vivir, lo sé, a pesar de mis 29 años, akí en mi pueblo las coasa van más despacio, echo de moenos los años 60,(aunk nací en el 81) xo creo k estoy confundido y cegado x los mitos sesenteros, x esos primeros ángeles terrenales que llenaron de flores el mundo. Hazme caso, el mundo necesita a la vieja guardia, como DRAGÓ Y TÚ.